Oliver Stone en Dallas:

El Texas Theatre y el Espiral Del Tiempo

Texto y fotos por: Maria Flash

"Give me your best shot", le dije a Oliver Stone mientras ajustaba mi lente. El director legendario, quien había estado bastante serio hasta el momento, me miró y soltó una carcajada. Era surreal: yo, dándole direcciones al hombre que ha dirigido algunas de las películas más importantes del cine americano.

La frase no era casual; de hecho, es una línea recurrente en Talk Radio, una de las cuatro películas que Oliver Stone presentó esa semana en el Texas Theatre. Esta retrospectiva, que resultó de años de planificación y de la estrecha relación entre el director y el reconocido crítico Matt Zoller Seitz, reunió a JFK, Natural Born Killers, Born on the Fourth of July y Talk Radio: cuatro historias con profundas raíces en el corazón de Dallas. Cada proyección iba seguida de un conversatorio entre Zoller y Stone, una experiencia única que pudimos disfrutar como espectadores, sumergiéndonos aún más en la visión del director.

Llegar a fotografiar a Stone el último día del ciclo de proyecciones fue toda una odisea. Los “no” rotundos empezaron a diluirse, transformándose en un “tal vez”, hasta que finalmente llegó el esperado "¡sí!". La puerta la abrió Matt Zoller Seitz y, gracias a su luz verde, me acerqué al legendario director. ¿El desafío? Cinco minutos. Solo cinco minutos para capturar a un ícono del cine.

El momento más emblemático de la retrospectiva ocurrió durante la proyección de JFK; era como si el Texas Theatre se hubiera convertido en una máquina del tiempo. El pasado, presente y futuro colisionaron: Stone estaba sentado exactamente en el mismo lugar donde Lee Harvey Oswald fue capturado en 1963. En ese preciso instante, tres momentos colisionaron en el espacio-tiempo: el arresto histórico, su recreación cinematográfica y la proyección actual.

La audiencia, compuesta por cinéfilos, apasionados del cine, algunos miembros del equipo de producción de las filmaciones y extras, estalló en aplausos espontáneos, consciente de la profunda carga histórica y poética del momento.

Natural Born Killers, una de mis películas favoritas, es un espejo que refleja las obsesiones más oscuras de nuestra sociedad. Stone construyó un relato caótico y visceral que expone nuestra fascinación con la violencia y el espectáculo mediático. Mickey y Mallory, dos asesinos de Dallas convertidos en celebridades por los medios, encarnan cómo el sistema glorifica lo transgresivo y transforma la ofensa en entretenimiento.

Hoy, la película sigue siendo vigente en un mundo hiperconectado, donde redes sociales y plataformas digitales amplifican la exposición de la violencia, muchas veces como consumo masivo.

En la era del "true crime", debates sobre ética mediática y viralización de tragedias en tiempo real, ¿somos cómplices de una cultura que premia lo grotesco y banaliza lo humano? ¿Qué tan conscientes somos como consumidores de contenido? ¿De que manera este consumo moldea nuestra identidad colectiva?

Fue Talk Radio el film que, para mí, se reveló como la verdadera joya inesperada de la retrospectiva. La historia de Barry Champlain, basada en una obra de teatro de Eric Bogosian e inspirada a su vez en la vida real del locutor de radio Alan Berg, asesinado en 1984 por uno de sus oyentes, se siente dolorosamente actual en la era de los podcasts y las redes sociales. Los gritos de rabia de los años 80 equivalen a tóxicos hilos de Twitter, frenéticos comentarios en vivo de TikTok o a los comentarios en publicaciones de otras redes sociales. Los "trolls", que antes necesitaban esperar en línea para tener la oportunidad de hablar, ahora tienen un arsenal digital completo al alcance de sus dedos en tiempo real.

La película también nos confronta con la responsabilidad que implica tener una voz pública. Decir cualquier absurdo para ser escuchado, ganar seguidores o volverse viral parece haberse convertido en la norma. Sin embargo, tomarse el tiempo para comprender el poder inherente a cada palabra es fundamental, ya que su impacto trasciende el micrófono, la imagen o el texto escrito. Cada plataforma es un privilegio que demanda una reflexión profunda, recordándonos la importancia de considerar las consecuencias de lo que decidimos compartir, la relación entre causa y efecto, y nuestra voz como una herramienta transformadora de la sociedad.

Si hablamos de retratos cinematográficos de la sociedad americana, Born on the Fourth of July es un ejemplo perfecto de una obra biográfica que podría considerarse atemporal. Este film, rodado en Dallas y basado en la autobiografía de Ron Kovic, un veterano de Vietnam convertido en activista pacifista, va más allá de contar su historia. Nos desafía a mirar más allá de la simplista narrativa de héroes y villanos, presentando ejemplos de las consecuencias de decisiones políticas que han moldeado nuestras vidas. Hoy, en una sociedad fracturada por ideologías y debates encendidos sobre derechos, desigualdades y polarización, su mensaje no solo sigue vigente, sino que parece más relevante que nunca.

Oliver Stone tejió un diálogo entre pasado, presente y futuro, convirtiendo cada proyección en un espejo de nuestra sociedad. El Texas Theatre se transformó en un espacio donde tiempos y contextos convergieron, mostrando que su cine no solo documenta la historia, sino que la interpreta y la desafía. Desde la cabina de radio en Talk Radio hasta la recreación histórica de JFK, sus películas plantean preguntas que trascienden generaciones: ¿cómo consumimos la información? ¿Qué valores definimos como cultura? Stone nos invita a mirar más allá de la pantalla, reflexionar sobre nuestra voz en el mundo y cuestionar cómo nuestras elecciones moldean el tejido de la sociedad en la que vivimos.

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